La Actitud Hace Una Gran Diferencia
¿Alguna vez has tenido un día como el del jovencito del libro escrito por Judith Viorst Alejandro y el Terrible, Horrible, Trágico, Día Horroroso? A Alejandro no le estaba yendo muy bien por lo que su actitud comenzó a perder altitud desde temprano en la mañana: “Me fui a dormir con goma de mascar en la boca y cuando me levanté esta mañana me tropecé con la patineta y por error se me cayó el suéter en el lavamanos cuando el agua estaba corriendo y de inmediato me di cuenta que iba a ser un terrible, horrible, trágico, día horroroso.
Nuestras actitudes pueden ser comparadas a un micrófono que está conectado a un sistema de sonido cuyo propósito es anunciar al mundo el estado de nuestra alma. Si en nuestro interior, sentimos miedo al fracaso, al desaliento y a la crítica; o no estamos preparados para manejar nuestros problemas, y no tenemos control de nuestros pensamientos, nuestra actitud es el micrófono que se lo anuncia al mundo entero. Muchas veces no nos damos cuenta cómo estamos reaccionando por lo que nuestras malas actitudes continúan. No es hasta que tenemos consciencia de nuestras actitudes que entendemos que el “sistema de sonido” está prendido y todo el mundo puede escuchar nuestros pensamientos. Piénsalo bien, ¿a quién le gustaría tener un micrófono pegado del oído, constantemente anunciando, los pensamientos privados de todos para que el mundo entero los escuche? Si todo lo que escuchamos son notas agudas y estridentes acompañadas por gritos, creo que nos vamos a molestar. Pero cuando nos hacemos conscientes de nuestras actitudes, entonces, podemos silenciar las bocinas mientras adoptamos un punto de vista diferente que puede transformar nuestros pensamientos, lo que va a mejorar nuestras reacciones o ‘sonidos’ desfavorables por unos más agradables.
Algunas actitudes negativas resultan ser beneficiosas. Es apropiado hacer esos sonidos irritantes para que todo el mundo los escuche de vez en cuando. Ya que es imposible escoger tener una buena actitud cada hora de cada día, esta concesión de tener una mala actitud de vez en cuando termina siendo una herramienta que puede ser guardada y utilizada solo para emergencias. Un ejemplo de esto sería cuando nos encontramos cortándole los ojos a un fumador y al así hacerlo lo forzamos a evaluar su comportamiento destructivo mientras está a nuestro alrededor y alrededor de nuestros seres queridos. En este caso, tener una mala actitud hacia los cigarrillos y los que fuman es bueno para la salud y para los pulmones de nuestros hijos. Pero como lo dije anteriormente, este tipo de mala actitud tiene que ser usado con mucha frugalidad.
Muchos de nosotros tuvimos padres que nos inculcaron con actitudes positivas durante nuestros años formativos. Por lo que nos sorprende que aunque una vez éramos positivos y perseverantes, ahora somos negativos y aislados. Durante el curso de nuestras vidas nos dimos cuenta que para poder ser parte del grupo era necesario que nos adaptáramos. Una de las formas más comunes de adaptarnos a nuestro medio ambiente negativo es siguiendo el ejemplo de nuestros compañeros; o sea, aprendemos a ser negativos para que nos acepten. Pero a medida que crecemos emocionalmente, nos damos cuenta que es hora de desaprender esas actitudes para re-aprender nuevas formas de reaccionar o hacer que los sonidos que salen desde nuestro interior sean mucho más ‘melódicos’.
Cada mañana, cuando el sol sale el presente, nos da la oportunidad de comenzar de nuevo con una nueva actitud. Como la actitud es algo con lo que yo tiendo a luchar todos los días, para mí, resulta ser un privilegio tomar ventaja de la oportunidad que el nuevo día me ofrece de ajustar mi actitud para que no se parezca a la de ayer. Como madre, puedo mostrar a mis hijos, todos los días, que el pasado no tiene control de mi actitud; que no tengo que aferrarme a los errores del ayer, que no tengo que demandar perfección de mí ni de los demás porque nadie es perfecto; que la actitud es “una pequeña cosa que hace una gran diferencia”. Puedo mostrar a mis hijos valentía cuando me ven cambiar mi actitud una nota aguda a la vez. Así cuando el micrófono esté encendido los que están a mi alrededor no tienen que escuchar los sonidos de una actitud patética y derrotada, pero los sonidos placenteros de una buena actitud aun cuando esté atravesando por un terrible, horrible, trágico, día horroroso.