Ponte en sus zapatos
Por
Elsa Monroig
“La empatía es presencia completa a lo que está vivo en otra persona en el momento presente”. John Cunningham
Ponerse en los zapatos de otros es un acto que requiere mucho de la voluntad del que lo pretende. Es dar un paso hacia adelante mirando con los ojos de otro, escuchando con los oídos de otros y sintiendo con el corazón de otro. Es un acto sublime. Es lo que experimentan la madre y su hijo/a recién nacido/a. Son las palpitaciones de sus corazones y el ritmo establecido por ambos lo que logra llegar a acuerdos para satisfacer todas las necesidades de esta nueva persona.
Lamentablemente, los seres humanos somos más dados a criticar, a juzgar y a señalar; que a ser empáticos. Cuando nos ponemos en los zapatos de los otros, es como mirarnos en un espejo en algún momento de nuestra vida. Es una reflexión instantánea de quiénes somos como persona. Nos invita a realizar obras que perduren por los tiempos, más allá de las edades.
Como bien dice Cunningham, la empatía trabaja con el presente, el aquí y ahora. No hay mucho tiempo para posponer las cosas, el ponerme en sus zapatos es urgente. Siempre que pienso en el otro primero y actúo a su favor, soy una persona bendecida porque soy retribuida de favores; primero de parte de Dios y luego de los que me rodean. Esto, en ninguna manera, quiere decir que vas a vivir la vida de los otros; lo que quiere decir es que los vas a entender en su situación presente y le puedes prestar algún tipo de ayuda. Enjugar las lágrimas de alguien que sufre y reírme a carcajadas con alguien que está feliz, es una gran experiencia porque puedo disfrutar de la vida con los seres que me rodean, tal y cual la vida misma es.
Siempre recuerdo un dicho de mi abuela: “nos decía que nadie sabe lo que hay en la olla, sino la cuchara que lo mueve”, para dejarnos saber que no existía razón alguna para juzgar antes de escuchar, observar y ser empáticos. Definitivamente, ponernos en los zapatos de otros es un gran reto, pero también es un gran logro para quienes lo alcanzamos.
El modelo de empatía por excelencia lo vemos en la figura de Jesús, durante su ministerio en la tierra. Siempre estuvo atento a las necesidades de todos y les enseñaba de acuerdo a sus respectivas experiencias. Y su obra monumental de empatía fue ponerse en nuestro lugar en la cruenta cruz.
La vida está plagada de situaciones y experiencias que, tal vez, hacen mucho daño y otras que son todo lo opuesto; pero indistintamente del tipo, es ponerse en el lugar del otro tratar de entender su experiencia. Ponte sus zapatos.
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