Josué y Susana, frente a frente (T2E6)

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El orgullo es como una infección

Si tus padres se muestran ansiosos por algo o te advierten que tengas cuidado con alguien, ten en cuenta su consejo. Sus experiencias les han enseñado mucho sobre en quién confiar o no.

De adolescente yo era una sabe-lo-todo. Pensaba como la mayoría de los chicos de mi edad que mis padres estaban fuera de onda debido a la vejez. Un día, después de una de mis declaraciones acertadas, mi padre me dijo algo que me detuvo fría y que nunca se me ha olvidado, “no tengas un concepto más alto de ti que el que debes tener, sino más bien piensa de ti misma con moderación.” Estas palabras se clavaron en mi corazón y las recuerdo vívidamente hasta el día de hoy como si las hubiese escuchado ayer.

Resulta que mi padre tenía razón cuando buscaba enseñarme a que escuchara el consejo de otro y dejara de verme a mí misma como la fuente de toda sabiduría. Estudios han mostrado que las personas con un asesoramiento preciso de quienes son (no egos sobre inflados) muestran un ajuste saludable en su diario vivir, buen liderazgo y emociones positivas.

He pasado los últimos 30 años tratando de pensar sobre mí misma con moderación y he fallado. ¡Oh sí, he fallado! Pues mi primera inclinación es la de rechazar el consejo de otro para seguir mi propio camino. El orgullo nos hace ciegos a nuestras faltas e in-enseñables. El Papa católico Gregorio I, también conocido como Gregorio El Grande, veía el orgullo como un perro de caza que lo perseguía implacablemente. El Papa Gregorio dijo que el orgullo es como una infección maligna que corrompe a todo el cuerpo. Estas son palabras sabias que debemos considerar si deseamos crecer como personas. Considera poner tu orgullo a un lado para escuchar con un corazón abierto lo que los demás tienen que decirte.

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